De nombre Naya, es una hembra y ha llegado desde Martinica, en el Caribe, como parte de
un programa de crianza, con el objetivo de que pueda reproducirse
Puerto de la Cruz, 30 de abril de 2019. Un nuevo jaguar, hembra y de nombre Naya, ha llegado a Loro Parque para quedarse. Este ejemplar de Panthera onca ya ha superado el período de adaptación a su nuevo hogar y a su compañero Gulliver, y desde hace varias semanas puede observárseles juntos en sus instalaciones exteriores en el Parque.
Naya forma parte de un programa de conservación dentro del Programa Europeo de Especies en Peligro (EPP), al que se encuentran adscritos los zoológicos vinculados a la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA). Así, llega a Loro Parque desde Martinica, en el Caribe, con el objetivo de que pueda reproducirse.
El jaguar es el felino de mayores dimensiones de Sudamérica y el tercero más grande del mundo, después del tigre y el león. Dentro de su rango, es el animal que se encuentra en la cima de la cadena alimenticia, y puede vivir en hábitats tan diferentes como el bosque tropical pluvioso del Amazonas o las secas estepas del sur de Sudamérica.
En la naturaleza, se alimenta de una variedad de presas vivas, desde pescado hasta grandes mamíferos e incluso pequeños caimanes. Además, es conocido por tener las mandíbulas más fuertes dentro del grupo de los grandes felinos. En general, y exceptuando las épocas de cría y reproducción, es un animal solitario.
Panthera onca es una especie categorizada como Casi Amenazada en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y uno de los mayores peligros a los que se enfrenta es a los altos índices de deforestación en América Latina. La fragmentación de sus hábitats los aísla y los hace más vulnerables a la persecución humana.
La caza comercial de los jaguares para la obtención de sus pieles ha decrecido drásticamente desde mitad de los años 70 gracias a las campañas antipieles y al control y cierre progresivo de los mercados internacionales. Sin embargo, sigue habiendo demanda de sus patas, dientes y otros productos.
Loro Parque, como centro de conservación de la vida silvestre, afianza así su compromiso con la protección de la naturaleza y de las diferentes especies, lo que lo convierte en una auténtica embajada de los animales salvajes.
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